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Autocuidarse, la clave para que cuerpo y mente estén conectados y así conseguir mejores resultados
Menos mal que hoy en día se habla de autocuidados: de tiempo para hablar, pensar y hacer cosas en beneficio de nosotros mismos alejados de las lógicas de las sociedades inmediatas y productivas en las que vivimos...
11 Noviembre 2019
|Últimamente, y cada día más, estamos oyendo hablar mucho de los autocuidados. Este término se ha disparado a raíz de las nuevas consignas y teorías sobre el empoderamiento de las mujeres para dejar de centrarse en la función de cuidados hacia otras personas. Sin embargo, el autocuidado va más allá de esto, y va más allá de un género concreto. El autocuidado es una forma de comportamiento con uno mismo que no suele verse en las sociedades de hoy en día.
En muchas ocasiones ya hemos hablado de cómo están las cosas para los jóvenes: trabajos precarios, muchas cosas que compaginar y mucho que hacer, que producir... Todo ello se da en una sociedad que no premia los cuidados ni incentiva a mantener sanas nuestras relaciones personales (y esto dentro de la esfera familiar, laboral, de pareja o en nuestro grupo de amigos). Y, si no podemos casi mantener nuestras relaciones, ¡imaginad cómo de difícil será cuidarnos a nosotros mismos! Ciertamente, es muy difícil encontrar a una persona que se mantenga, sana, activa y saludable. Partimos de que, encontrarse sano no significa solo comer bien y hacer ejercicio.
Es muy cierto que el cuerpo y la mente están conectados y, muchas veces, el bienestar del uno repercute muchísimo en el otro. Salud mental y salud física (la primera está empezando a adquirir gran importancia y está en boca de todos, sobre todo para los jóvenes) van más que unidas. Nuestro objetivo, en las siguientes líneas, es tratar de explicar cómo funcionan los autocuidados, qué beneficios tienen y cómo podemos llevarlos a cabo.
Autocuidarse no es atiborrarse a comida basura porque te apetezca
En primer lugar, tenemos que tener en cuenta que cada persona tiene una forma de cuidarse. Y, aunque hay unas líneas generales que deberían ser comunes, todos tenemos ciertas particularidades. Es verdad que hablamos de mimarse, concederse y permitirse, cosas que en nuestro día a día no solemos hacer. Sin embargo, no debemos caer en falsedades. Últimamente oímos mucho que autocuidado es permitirse comer 1.000 kilos de chocolate, de helado o cincuenta pizzas. Y no es así del todo. Es verdad que, muy de vez en cuando, podemos permitirnos algún exceso con la comida, un megapremio de compensación; pero uno y no más. No podemos caer y convertir la comida basura en un premio porque, aunque pensemos que es así, la comida basura acaba siendo un castigo para el cuerpo.
Así que, por muy bien que nos pueda sentar comer chocolate si estamos triste, debería ser un comportamiento muy puntual y... oye, que si tenemos tiempo, autocuidado también es hacernos una señora ensalada que esté rica o, en definitiva, comer bien. Nuestro cuerpo lo agradecerá y, por lo tanto, nuestra mente también.
Permitirnos estar (ya sea tristes, enfadados o alegres)
Otro de los principales problemas es que no tenemos tiempo ni se nos permite estar de algún modo que no sea con buena cara. Es muy difícil estar enfadado o triste y, mientras tanto, estar rodeados de personas. Enseguida, nos vemos sometidos a una gran cantidad de críticas: "¿qué te pasa?", "no te rayes", "no pienses en eso"... Agradecemos tu buena intención, pero así no. Si estamos enfadados, tenemos derecho a sentirnos enfadados y permanecer un rato así, esperando que fluyan nuestras emociones. Hablar con nosotros mismos es, en muchas ocasiones, otra forma de querernos y concedernos ciertas licencias que de normal no tenemos.
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Cada emoción tiene un fin y muchas veces, analizándolas y sintiéndolas podremos reflexionar sobre nuestra vida, nuestras decisiones y, en definitiva, llevar la vida con un poco más de razón. Las emociones nos ayudan a entender lo que sentimos y, dándole vueltas, conseguiremos llevar todo mejor.
Nuestros tips personales tienen importancia
Reiteramos la idea de que cada persona es un mundo. Pero, en general, ejercicio físico, actividades altruistas o culturales pueden tener un buen impacto en nuestro bienestar físico y emocional. Además, están nuestros gustos y aficiones individuales. Para una persona que adora las películas del oeste, el tener tiempo para ver aquel clásico de los 60 en blanco y negro puede ser una forma de autocuidarse. Para el amante de la lectura, tener un día tiempo para devorar un libro sin pensar en otra cosa puede repercutir de manera muy beneficiosa.
Existe también la idea extendida de que autocuidarse es regalarse. Y sí, pero no. El hecho de regalarnos algo que nos haga ilusión tiene que ser algo muy puntual. No podemos caer en el consumismo y no debemos hacer la mortal relación de cuidarse = comprar, porque no nos beneficia para nada. Los cuidados tienen que ser cosas que salgan de dentro, hacer cosas que nos gustan pero, además, obligarnos en cierto modo a hacer aquello que es bueno para el cuerpo. Para poder cuidarse es necesario conocerse a nosotros mismos.
En definitiva, estas herramientas pueden hacer que nuestro bienestar aumente y, con ello, mejoren nuestras relaciones personales. Los ritmos de trabajo y transportes no hacen otra cosa que tensarnos y nos obligan a permanecer en otro mundo alejado de lo que verdaderamente nos gusta. Es necesario tener en cuenta la importancia de las personas de alrededor, de amigos y familia y la importancia de conseguir que nuestra mente tenga tiempo para curarse y cuidarse.